En la depresión muchas veces los primeros síntomas más evidentes no son la tristeza, sino encontrarse más cansado, tener menos ganas de hacer algunas actividades, dormir mal, estar irritable, tener menos paciencia… Todo ello puede confundir a la persona. Por eso, en ocasiones las personas del entorno más cercano son las que primeras en darse cuenta.
Por supuesto. Si hay sospechas de depresión lo primero que hay que hacer es acudir a un centro de Atención Primaria. El médico de cabecera puede prestar atención a los casos leves de depresión, y si no se responde al tratamiento se deriva a un psiquiatra.
lo primero que hay que reconocer es que algo está pasando, y que puedes tener una enfermedad como cualquier otra y que se llama depresión.
¿Y por qué hay tanto miedo a reconocer que lo que estás sufriendo es un problema psicológico y se tiende a dejar pasar?
Porque la gente comprende muy bien los problemas físicos y sabe que si tiene la tensión alta o un esguince de tobillo tiene que ir al médico. Sin embargo, los trastornos mentales no son tan evidentes a nivel físico y no se comprueban con una analítica, por ello la persona tiende a pensar que es falta de voluntad.
Hay que dejar claro que los psiquiatras son médicos de una especialidad como podría ser cualquier otra, y que tratamos trastornos o enfermedades que afectan a la salud mental.
La psiquiatría se asocia a locura o a fármacos que te atontan y no es así. Ningún paciente está loco, muchas personas con enfermedades mentales desarrollan una vida completamente normal a nivel personal y laboral, y acuden al psiquiatra a tratar su problemas.
Es el dichoso estigma de la psiquiatría y de los trastornos mentales. La gente asocia ir al psiquiatra con estar loco, y lo evita pensando que tiene fuerza de voluntad para solventarlo por sí solo, sin pastillas ni ayuda.
Pensar que lo podrás solucionar sin ayuda es un error...
Los casos de depresión van en aumento. ¿Nos cuesta convivir con los problemas?
Lo que no puede facilitar un psiquiatra es la felicidad. A veces la gente confunde sus disgustos o problemas de la vida cotidiana con una enfermedad mental.
- Hay personas que acuden a psiquiatras porque tienen problemas a nivel laboral o de convivencia familiar. Pero el tener problemas no es tener un trastorno, lo que hay hacer es aprender a gestionarlos.
Obviamente, si la situación es muy incapacitante se puede recurrir a tratamientos psicológicos que ayuden a mejorar el afrontamiento de esos problemas. Estamos en una sociedad muy hedonista en la que queremos que nos pase lo mejor y lo más pronto posible.
¿Qué se aconseja a los familiares o amigos de una persona con depresión? ¿Cuál es la mejor manera de ayudar?
Lo primero que debe hacer el entorno es comprender a la persona, entenderla, y no pensar que está deprimido simplemente por falta de voluntad.
Si no tiene ganas de hacer nada es porque tiene una enfermedad, como si tuviera una pierna rota que no le apetecería salir a caminar.
En esos momentos hay que apoyarla y no forzarla, y a medida que la persona va respondiendo al tratamiento hay que animarla a que se vaya reincorporando a sus actividades normales. No hay que olvidar que los tratamientos antidepresivos convencionales pueden tardar dos o tres semanas en hacer efecto, aunque esto con los nuevos fármacos parece que va a cambiar en breve.
¿Cuáles son los errores que no debemos cometer a la hora de ayudarla?
Lo peor que podemos hacer es decirle: “no haces esto porque no quieres, esfuérzate más”. Cuando en realidad no lo hace porque no puede, sobre todo en las primeras fases de depresión.
- Esto provoca un doble daño porque la persona, que ya se ve incapaz de hacer nada, siente que la infravaloran aún más con esos comentarios.